Desde Santa Marta en el caribe me dirigí hacia el sur, dirección Bogotá, la capital del país, pero realizando algunas paradas por el camino. Primera parada Bucaramanga; nadie me había hablado ni recomendado este lugar, pero no sé el porque siempre me gustó y pareció un nombre de lo más sugestivo, así que allí fuí a parar... al final comprobé que no es más que una ciudad mediana, bastante limpia y ordenada, pero carente de especial interés, al menos para mis miopes ojos...
Siguiente parada fué San Gil, un bonito pueblo rodeado de montañas, donde probé el vuelo en parapente!!!! eso si en un parapente para dos ocupantes y con un monitor dirigiéndolo. Sea como fuere, fué una bonita experiencia. El volar no me dió tanto miedo, pero cuando me preguntó si quería que hiciese alguna figura y yo contesté: Sí por favor!!! comenzó a mover la vela en barrena, o dejándola por debajo de la altura de nuestros cuerpos, y no puedo decir que me cagase porque yo soy un tipo duro... pero la cosa da un "poquito" de impresión. Al día siguiente visita a dos pueblos cercanos muy bonitos y de corte colonial, Guane y Barichará. Al segundo llegué caminando por un camino durante un par de horas y muy bonitas vistas.
Siguiente parada en Villa de Leyva, que es uno de los pueblos coloniales más famosos de Colombia y ya cercano a Bogotá. Curioso que están filmando en dicho pueblo una teleserie coproducción hispano-colombiana (al menos eso me explicaron a mí) y veías a los soldaditos y a los campesinos vestidos de la época colonial paseando por el pueblo; era como una especie de disneyland pero en un escenario real. Por cierto, se llama "La Pola", alguién sabe decirme si la dan en Espein?
Al día siguiente paré en un pueblo donde hay una catedral subterránea que se encuentra escavada en una mina de sal. La catedral está tallada en la roca de sal. La verdad es algo impresionante, casi estuvo a punto de regresarme a la fe cristiana... pero por lo visto a esta alma impura ya no hay quién la salve...
Y por fin llegué a Bogotá, una bonita mañana de finales de Octubre. Bogotá es una gran ciudad a una gran altura de unos 2700m, algo así como unos 8 millones de habitantes, y tiene perfectamente definidas sus zonas ricas y pobres. La verdad es que hacia tiempo que no me sentía en una ciudad, así que me apetecía pasar un poco de tiempo en la metropolis. Me hospedé en el barrio de la Candelaria, que es el barrio colonial y antiguo, y donde se encuentra buena parte de las universidades del lugar. Es el barrio más bonito e interesante en mi opinión. Una noche salí con Janine, una enfermera canadiense que estaba en el mismo hostel que yo. Fuimos a parar a una callejuela de antros llamada el tubo. Allí nos metimos en un garito bastante cutre de estética heavy más o menos, y acabamos sentados con bogotanos que llevaban tatuajes de Héroes del Silencio... Dios quién me hubiese dicho que tenía que ir tan lejos para ver semejante cosa... y estuvimos bebiendo con ellos chicha casera, que es una bebida fermentada que hacen clandestinamente en cada local y que tiene una pinta bastante rara, queda como una espumilla por encima que cuando no lo sabes crees que se le ha caído la babilla al que te está pasando la botella... La verdad la noche estuvo pero que muy divertida y casi tuvimos que huir corriendo porque no nos dejaban marchar.
La noche de Halloween salimos por la Candelaria y acábamos en una fiesta en una casa del barrio donde había una banda tocando y toda la gente disfrazada, buena fiesta y buen rollo con la gente local.
Otro día quedé con mi amiga María que había conocido en Honduras, y me llevó a otros barrios que no había conocido y que frecuenta otro tipo de gente; por cierto me llevó a cenar a un restaurante japonés que estaba muy bueno. Y otro día fuí a comer con ella a su trabajo; María trabajaba como cooperante para la ONU. Un domingo lo pasé en un parque enorme y muy bonito. También en un mercadillo encontré relojes antiguos, y así me cargué de un poco de chatarra que llevar a casa y para que mi madre se eche las manos a la cabeza y diga que tan sólo me gustan los trastos viejos...
Desde Bogotá pasando la noche en el bus, llegué por la mañana a Medellín, y allí me hospedé en el Palm Tree Hostel. Paseando por el centro de la ciudad me encontré a Mirko, al cual había conocido en el hostel anteriormente. El buen amigo Mirko es italiano de la Puglia, pero residente desde largo tiempo en la suiza francesa.
Medellín es famosa mundialmente por el cartel de la droga y su capo Pablo Escobar; pero aquellos eran otros días y poco tienen que ver con la actualidad. Medellín es una bonita ciudad, con muchas zonas verdes y edificios ultramodernos, además de ser la capital de Antioquia, que es la provincia más dinámica e industrializada de Colombia. También famosa por la cirugía estética; de hecho estuve valorando ponerme un buen par de pechos ya que estaban a precio de saldo, pero mis amigos colombianos me dijeron que ya había pasado de moda los pechos XXL en los hombres... hay que ver como son las modas!!!
En aquel hostel había muy buen rollo, así que Mirko y yo decidimos cocinar una noche para todos; yo me dediqué a la tortilla de patatas (con cebolla, por supuesto) y Mirko a una mega lasagna, todo bien regadito de vino... y aquella noche acabé incluso yo bailando salsa en un garito subterráneo, tras bastante aguardiente y pasando los pies de Yudy (lo siento chica...). En el hostel hicimos buenos amigos colombianos como Manuel, Pilar, Paola y Yudy. La verdad muy bien con la gente en Colombia; creo que es uno de los países que más me gustó y en especial por la gente.
Un día que estaba en el hostel me dijeron que había llegado un español. Lo cierto es que no he encontrado demasiada gente española viajando, a excepción de lugares concretos; así de esta manera cuando encuentras a alguién aún te hace ilusión. El español en cuestión era Manuel, que andaba viajando por Colombia, viendo si encontraba el lugar adecuado para asentarse un tiempo. Por cierto, tremendo personaje Manuel. Con él y con Mirko pasé muy buenos días en Medellín, y también algunas fiestas nocturnas. La verdad es que días tranquilos de hacer más una vida normal y un poco rutinaria pero que, tras tanto moverte de un lugar a otro, llegan a apetecer por un rato; pasando el día desayunando, yendo 3 veces al dia al supermercado, esperando que parase de llover, dando algún que otro paseo
Como en medellín estuve unos 15 días debía continuar camino hacia el sur, pues debía cruzar Ecuador para llegar a Perú donde había quedado con mi amigo Fali.
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