jueves, 24 de marzo de 2011
PERÚ
La frontera entre Ecuador y Perú es un verdadero desastre. Están separados por un puente que es como tierra de nadie, donde se agolpan un millón de locales donde venden de todo, y en mitad de la calle miles de coches,motos y tuc-tuc que te quieren llevar a cualquier lugar, y con los que tienes que regatear hasta que el aburrimiento te vence. Una vez llegas a la oficina fronteriza para acceder a Perú, la cosa no mejora; te encuentras una enorme cola de gente, y aquello parece el reino del Señor porque "los últimos serán los primeros".... todo el que llega quiere colarse. Además te encuentras intermediarios que quieren cobrarte para hacer los tramites y asi no esperar. Vamos un bonito caos de bienvenida y algunas horas desesperantes pasadas allí.
Finalmente conseguí llegar a Mancora, en el norte de Perú, una de las playas mas conocidas y populares para vacacionar ya que el agua del mar todavía es caliente. Lo cierto es que la playa estaba bonita, pero el pueblo un poco masificado y ese respiraba ese olor yankeezado. Así que tras un día de descanso decidí continuar camino al sur hasta Huanchaco donde había quedado con mi amigo Fali que llegaría días después. Allí me alojé en casa de una familia peruana, la casa de Osvaldo y Marcia, donde fué un placer llegar después de haber estado dando tumbos la última semana. Lo cierto es que la familia era encantadora y estuvimos tan a gusto allí. Mientras Fali llegaba me relajé y me metí al mar a hacer surf y comencé a conocer a los elementos del pueblo. Al poco llegó Fali y ya nos conociamos a todo el pueblo. Nuestros días pasaban tranquilos y divertidos; desayunar en nuestro puesto del mercado, surfear la mañana, comer de nuevo en nuestro puesto del mercado, una siestecita y si quedaban fuerzas regresar de nuevo al agua. También salimos alguna noche con los personajes del lugar; una de esas noches que andabamos con bonito pedo en una fiesta en la playa conocimos a Miguelón, tremendo personaje del cual nunca olvidaré cuando estabamos en la barra y se sacaba un zapato para sacar los billetes de dentro y pagar las copas; obviamente al día siguiente no había quién surfease... También se vino a visitarnos Mirko, mi amigo italo-suizo que había conocido en Colombia, y por ahí andábamos los tres jinetes del apocalipsis. Al final sin darme cuenta me pasé en Huanchaco como 15 o 20 días.
Con un par de amigos peruanos nos fuimos recorrer nuevas playas y surfear. Por el camino nos paró la policía, pero nada que con un par de euros el amigo Pichicuy no pudiese solucionar; la policía allí es corrupta pero al menos económica... y finalmente llegamos a Chicama donde se encuentra la ola de izquierdas más larga del mundo, un lugar mítico. Y allí fuí donde por primera vez surfeé una ola de verdad, y lo cierto es que una sensación indescriptible. Tras un par de días en Chicama , que lo cierto que fuera de la playa es un lugar bastante feo, nos dirgimos hacia Lima, al barrio de Miraflores. Allí pasamos un par de días hasta partir hacia la selva amazónica, a Iquitos (más tarde me leería un libro, que sucede en ese lugar, del pesado ganador del nobel Mario Vargas Llosa, "Pantaleón y las visitadoras" con el cual me reí muchísimo) donde nos esperaba Luis, nuestro chamán que nos llevo a su casa en mitad de la selva amazónica. Allí pasamos unos tres días, aunque la verdad el tiempo allí era muy relativo. Conocimos a su familia, su mujer y sus 8 o 9 hijos y algun nieto también. Fali y yo estábamos en una cabaña en mitad de la selva, rodeados tan sólo por los sonidos de la selva y sus animales, que lo cierto son increíbles, es como una canción eterna que nunca repite ni una estrofa. Tras un día de dieta (sin comer vaya...) la primera noche realizamos una ceremonia de ayahuasca, conducida por el chamán Luis, y a la que también asistió su hermano. Me es muy complicado explicar lo que se siente, pero era algo muy intenso. Durante la ceremonia Luis cantaba icaros, que con la alteración de los sentidos que padecíamos se fundían con los sonidos de la selva, y también nos exhalaba humo de tabaco mapacho y cuidaba de no nos pasase nada grave. Llegada la mañana nos dió un baño con agua de la selva y unas hojas de alguna planta selvática de la cual no recuerdo el nombre, y ese baño nos devolvió a la vida. Durante el día siguiente recuerdo vinieron a mi cabeza muchos recuerdos de mi infancia y gente que hacía muchos años que no había visto. Tras la experiencia "mistico-selvatica" regresamos volando a Lima. Una noche salimos por Miraflores (que es el barrio pijo de Lima), pero como no iba mucho con nosotros los lugares acabamos en una fiesta underground en otro lugar, que estaba muy interesante y donde conocimos mucha gente. Lo cierto es que me recordaba algunas fiestas del Poblenou, aunque no tan salvaje... Nuestra última noche en Lima fuímos al restaurante de Gastón Acurio "Gastón y Astrid", del cual tienen una sucursal también en Madrid, el más famoso cocinero peruano, y nos dimos un buen homenaje. . La cocina peruana es realmente buena y variada. De los países que he visitado ciertamente la mejor en mi opinión.
En Lima a mitad de Diciembre me despedía de Fali, el cual debía regresar a sus quehaceres en Barcelona; en intenté imaginarme como podía llegar en unos días a Buenos Aires donde debía encontrar a Natalia.
Partí camino a Arequipa, donde me hospedé en un hostel que me había recomendado el amigo Manuel. Saliendo del bus conocí a un australiano con el que fuimos juntos al hostel, y es el tipo que he visto viajar con menos equipaje. La verdad yo intento viajar ligero, sólo llevo un bulto que debe ser poco más grande que el típico trolley que te dejan subir al avión; pero este tipo solo llevaba una mochila como para ir al cole que no debía pesar más de 3 o 4 kilos, y no estaba precisamente de fin de semana sino que llevaba más de un año viajando por sudamérica!!! En Arequipa subimos a un volcán, el Misty; de unos 6.000m, bueno "sólo" llegamos a los 4.800m y desde allí nos tiramos en bicicleta rodeados de Vicuñas(primas de las llamas) salvajes, contra todo pronóstico no me rompí la crisma...
Me debía dirigir hacia Bolivia, así decidí cruzar por el lago Titicaca, el cual está dividido entre los dos países y es enorme. Llegué muy temprano en la mañana de un sábado así que me dió tiempo de ver como montaban el mercado callejero y como llegaba muchas indígenas para vender sus frutas y verduras. Luego me llevaron en un barco de turistas para ver las islas flotantes de paja. Unas familias viven en mitad del lago sobre islas que han creado haciendo flotar juncos. El tema es interesante y curioso, pero el tour parecía que te llevasen al zoo, y no me gustó tan poco que decidí salir pitando del lago en lugar de pasar algunos días como pensaba. Así que tomé dirección a la capital de Bolivia, La Paz.
Por si alguién se lo pregunta, no, no fuí al Machu Pichu!!!!!!
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