jueves, 10 de febrero de 2011

COLOMBIA, PARTE I















Atardeciendo llegué al aeropuerto de Cartagena de Indias y de ahí taxi a la ciudad antigua a buscar un hostel. Ya por el camino se sentía el sabor caribeño y africano que tiene esta ciudad colonial, mucho ruido y mucha gente por la calle. Llegado al hostal conocí a un curioso trío integrado por dos alemanes y un judío israelita, los cuales se habían conocido viajando y andaban juntos. Durante mi viaje he visto muchos israelitas, pero normalmente viajan en grandes grupos, sólo se relacionan entre ellos y son jovencitos recién licenciados de su servicio militar. No sé que les hacen en su servicio militar pero salen bastante agilipollados... En cambio este israelita que conocí, al igual que los alemanes eran muy majos y pasé con ellos un par de días con ellos muy buenos. La ciudad antigua  de Cartagena es de un precioso estilo colonial muy bien conservado, quizás incluso demasiado bien conservado, con las murallas que dan al mar. Esta es una parte, de otra están los grandes hoteles y rascacielos de apartamentos de la zona más lujosa delante del mar. Aunque la ciudad me gustó en su momento, la he disfrutado más en mi memoria cuando hace poco leí "El amor en tiempos del cólera" de Gabriel García Márquez, la cual se ambienta en Cartagena y es una novela de amor o desamor (que no romántica) que me ha encantado.

Desde Cartagena continuando por la costa norte caribe me dirigí hacia Santa Marta. Otra ciudad colonial costera, pero no demasiado bien conservada. Tiene un bonito paseo junto al mar donde en los atardeceres acuden los lugareños a pasear y comer comida que venden en los carritos ambulantes.

Tan sólo me quedé una noche en Santa Marta y proseguí mi camino hacía el Cabo de la Vela en la península de la Guajira, tocando Venezuela. De este remoto lugar me había hablado mi amiga Xochilt, y me había hablado tan bien que hacia allí me dirigí a pesar de ser un largo camino. Después de muchas horas de bus, tuve que coger una 4x4 pick up, donde el la parte trasera a la intemperie viajábamos hasta 20 personas entre adultos, niños y ancianos durante unas 5 horas de camino y baches hasta llegar a mi destino. Por el camino bajaba gente y se adentraba en zonas desérticas donde nunca pensarías que nadie podría vivir, y otras esperaban a un lado del camino para subirse. Recuerdo a una anciana que apenas podía caminar, y creo que debía estar medio ciega puesto que llevaba unas gafas de sol que no se quitaba en ningún momento, que se bajó sola y desapareció en el desierto; era una mujer muy misteriosa. Después alguna gente me han contado historias de brujas que les habían sucedido en esta parte de Colombia. La verdad es que es un lugar misterioso e inquietante, y las gentes que lo habitan lo son de la misma manera. Es una tierra habitada por los Wayu, los cuales tienen su propia lengua y por el tiempo que pasé allí no me pareció que les gustasen demasiado los forasteros. Llegado al Cabo de la Vela me instalé en una casa donde alquilaban habitaciones; bueno habitaciones... unos cuartos fabricado con cuatro maderas, donde solo disponíamos de 3 o 4 horas de luz al día y donde no había agua corriente. Eso sí, en el poblado en el que estaba no creo que estuvieramos más de 6 o 7 turistas en aquellos momentos, lo cual para mi es el mayor de los lujos. Una mañana me aventuré a caminar por ese desierto en busca de alguna playa y casi me da una insolación del calor y el sol que hacía... Mi segunda noche conocí cenando a Piotr, un chaval polaco que había llegado hasta allí en moto, con la cual se había recorrido el subcontinente sudamericano de arriba a abajo; la verdad es que después de conocerlo y explicarme sus aventuras he estado más de una vez tentado a hacer igual que él... ahora estaba viviendo en Santa Marta y había ido a Venezuela para sellar el pasaporte y poder volver a estar en Colombia de manera legal. Mucha gente extranjera que he conocido en estos países debe salir del país cada tres meses para que le sellen y le vuelvan a dar un permiso de 3 meses más como turista. Otra mañana fuí al Pilón de Azúcar, una preciosa playa de arena dorada donde estaba casi solo; el agua más cristalina que he visto en mi vida y un mar increíble caídos del cielo!!! así pasé unos días de lo más tranquilo entre baño y baño y comiendo pescado riquísimo.

Una madrugada a las 5 am emprendí viaje de regreso, parando finalmente en el Parque Nacional Tayrona. Una selva que va a desembocar en el mar caribe. Desde la entrada tuve que tomar un caballo durante casi una hora hasta llegar a la zona de playa donde me quedaba, y donde alquilé una hamaca para dormir. La verdad, a mi las hamacas para echarme la siesta estupendo, pero para dormir toda una noche me parecieron más una putada que otra cosa... por la mañana recorrí un poquito de selva y las idílicas playas que son verdaderamente de película. Pero como no había dormido bien y la verdad había bastante gente en las playas decidí regresarme para el fin de semana a Santa Marta. Para regresar volví a alquilar otro caballo para salir del parque, pero el tipo que lo alquilaba tenía hambre y no quería acompañarme con el caballo así que yo y el caballo solos por la selva colombiana, que película... Herminio, el hombre que susurraba a los caballos!!!!

En Santa Marta volví a ver al amigo polaco Piotr alguna que otra noche, y me dediqué a ir a la playa de Taganga los días que no llovía torrencialmente. Los días que llovía era un espectáculo, las calles eran literalmente ríos, y delante de mi hotel había un tipo que te alquilaba un tablón que cruzaba de acera a acera y así poder comprar algo de comida en la tienda de enfrente. Una noche estaba cenando en un local cerca de mi hotel, al lado tenía una pareja que estaban "ligeramente" bastante borrachos; yo estaba sentado en un taburete cenando un hermoso tarugo de carne con yuca frita, cuando la pareja se dispone a levantarse de la mesa para irse, la chica voltea hacia mí y echa mano a mi paquete... ante lo cual sólo acierto a decirle: "perdón????" sólo deseando que ella no la liase y que su novio no se diese cuenta de lo sucedido, no tan sólo porque el tipo era como dos Herminios en un sólo cuerpo, lo cual no me preocupa tanto pues soy uno de los cobardes que más rápido corren de este mundo... sino porque el alto índice de armas por habitante en Colombia... Pero bueno, no puedo culpar a la muchacha.... como dice mi buena amiga Lorena Montenegro: "Es que estamos muy buenos pavos!!!!!!