lunes, 11 de julio de 2011

FIJI & AUSTRALIA












Tras llegar al aeropuerto de Nadi me subí a un bus local el cual me dejó en la carretera principal frente a un camino que llevaba a la aldea de Kulukulu, mi destino. Tras caminar perdido por los caminos buscando la casa de Chong Su, las gentes del pueblo me iban indicando hasta que finalmente la encontré. Allí me alojé con la familia de Chong Su, su mujer, dos gemelas supertraviesas Lena y Poli y un sinfin de primos y sobrinos que pululaban por allí. Supe de la casa a través de Fali que había estado allí y Heini que había vivido allí bastante tiempo. En la casa hacia vida familiar, desayunaba y cenaba con ellos, bebíamos Kawa a la noche (un brebaje tradicional hecho con raíces), y durante el día íbamos a hacer surf a alguna de las playas de los alrededores con la fregoneta de Ed, la cual era una auténtica chatarra corroída por el salitre, donde las puertas no cerraban e iban atadas con cuerdas, le faltaban la mitad de los cristales y nos apiñabamos en la parte trasera entre ruedas de repuesto, herramientas, latas de aceite y demás variedad de basura. Algunos días íbamos a Natadola, una playa de arena blanca y un mar azul brutal; en su arrecife partí mi primera tabla de surf, aún así contento de que no fuese mi cabeza contra el arrecife... También solía ir al pueblo más próximo para conectarme al mundo a través de internet, recorrer su mercado y comer comida india en los puestecillos callejeros (ahora soy adicto al curry). Fiji es una mezcla de razas, los horiundos fijians de la Melanesia, indios traídos durante la colonia y algunos chinos (que están por todo el mundo, creo que no he estado en ningún pais que no tengan colonia china llegada ya sea hace muchas generaciones o recién llegados), también sangre de colonos escoceses corría por allí. Hablan un amalgama de idiomas mezclados entre si, fijian, indi, inglés fijian e inglés que yo sólo entendía a medias. Dos japonesas de Okinawa que habíamos conocido en la playa se vinieron a pasar una noche a la casa, dios que diferentes son los japoneses, eso sí simpáticos y curiosos como sólo ellos.
Tras una semanita familiar me dirigí a conocer los lugares más conocidos y turísticos, pusé rumbo a las Islas Mamanuca muy conocidas por ser el decorado natural de varias películas como el lago azul, el naúfrago de Tom Hanks, etc... Son un grupo de islitas cuyo principal atractivo es tostarse al sol sobre la blanca arena, nadar en las aguas azul turquesa y sobretodo no hacer nada. Como en las pelis, te reciben en la playa grupo de gente local ataviados con faldas, decorados con flores y hukelele y/o guitarra en mano cantándote la canción de bienvenida, todo muy pintoresco y turístico... En el barco conocí a Antoine, parisino que pasaba su año de working holiday en Australia y se tomaba un descanso en Fiji, así nos alojamos en el mismo hostel de la isla de Mana. El lugar no era gran cosa y la comida menos pero estabas justo delante de una playa increíble, así que no pediremos más. Con él pasamos los días tirados en la playa, snorkeleando y haciendo bien poco; las noches tomando cervecitas mientras nos daban el espectáculo para guiris... Después nos movimos a otra isla próxima, Bounty island, si cabe más pequeña que estaría deshabitada sino fuese por el hostel. Tardabas en dar la vuelta a la isla como 20 minutos, así que os podéis imaginar el tamaño; eso sí snorkel increíble en cualquier lugar. Tras más días de no hacer nada tumbados en hamaca, playa o piscina regresamos a la isla principal. Fuimos a la Coral Coast, al beachostel otro hostel con bonita playa. La verdad es que ya estaba cansado de no hacer nada así que me despedí de Antoine y fuí los últimos días a Nadi para esperar mi avión. En la piscina del hostel conocí a Katia y Dusan, ella italiana del norte y Dusan croata que por la guerra emigró a Italia.Los dos estaban en Sydney aprendiendo inglés con su working holiday. Gran descubrimiento este par de elementos! con ellos pasé mi último par de días en Fiji y quedamos para vernos en breve de nuevo en Sydney.
Desayunando en Fiji, un saltito a Auckland, tiempo para comer algo en McDonalds y salto de nuevo a Sydney justo para la cena...
mana island, bounty island

Aunque no estuviese demasiado ilusionado con Australia, debo reconocer que Sydney como ciudad es realmente bonita. Enclavada en una preciosa bahía, con bonitas playas para ser una ciudad, hermosos parques, arquitectura moderna pero también algún barrio colonial antiguo que sorprende, además de en caso de tener dinerito. uno de los mejores lugares que he conocido para vestirse. Así pasaba mis días recorriendo a pie la ciudad, algún día corriendo por sus parques o yendo a las playas vecinas. Mi amiga Montse Gomà había vivido durante algún tiempo en Sydney, se portó super y me presentó a su amiga Elisa, italiana que vive en Sydney desde hace algunos años. Con ella y Angelo, un pugliese supermajo, salimos a cenar y copas alguna noche. Elisa también me llevó a la famosa Bondi beach y alguna que otra excursión durante aquellos días, Grazie tante bella!!! Cuando Katia y Dusan regresaron quedamos una noche para celebrar que era la última de Dusan antes de regresar a Italia, y que locura de noche, donde hubo de todo; acabamos de lunes matinal crapuleando con Dusan por los más sórdidos locales de Sydney, nos dimos un emotivo abrazo de despedida, hasta la vista amigo.
Tras más de una semana en Sydney, en autobús nocturno a Melbourne, donde llegué como a las 5am y donde pasé todo el día recorriendo esta bonita ciudad hasta regresar la noche al hostel. Allí conocí a una colonia de ingleses-irlandeses bebedores de cerveza que pasaban su año de working holiday en Australia, gente divertida y previsible... A la mañana siguiente madrugón al aeropuerto, escala en Sydney y destino final Manila City.

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